Volando para Cartagena. Se acabó el frío, fuera jerseys, calcetines, chubasqueros y a por “la chancleta y la camiseta”. La primera noche nos alojamos en un hotel precioso de la zona antigua, una casona rehabilitada con piscina en el patio. El resto del tiempo hemos estado en la zona de Bocagrande, o sea playero total. Chiringuito, caipiriña con puesta de sol, charlas con todos los vendedores de collares, excursiones, masajes, camisetas, ostras, fruta…

El casco antiguo de Cartagena es una preciosidad, está muy conservado y rehabilitado lo que permite la convivencia del turismo con el ambiente local. Hay vida para todos. Nosotros por la noche íbamos siempre a una plaza que se llena de animadores variopintos, malabares, baile, cantantes de vallenato, vendedores, etc. lo pasábamos de miedo, eso sí nos han vendido lo que han querido. Ya se sabe que el marketing agresivo de la calle es muy difícil de resistir y sobre todo cuando estas de risas y con uno o dos gin-tonics en el cuerpo.