Todos los años los tres tíos que no tenemos retoños regalamos a los sobrinos y sobrinos-nietos algún detalle para Reyes, y en este 2014 se nos ocurrió algo que podría ser muy divertido y a la vez cumplía con un deseo de Carmen y Awa: ir un día a la nieve.
La idea nos pareció buena porque suponía un motivo para juntarnos toda la familia en algún sitio bonito. Empezamos a buscar en un entorno de 100/200 km. en el que, habiendo nieve, los mayores (que no esquiamos) pudiéramos disfrutar de otras cosas: paseos, gastronomía (por supuesto) y lo que fuera. Después de mirar por varios pueblos de la sierra madrileña encontramos Valsaín, que es una pequeña localidad perteneciente a La Granja de San Idefonso que está en un valle lleno de pinares. Reunía todas las condiciones que antes mencionaba: a 12 kim. de la estación de esquí de Navacerrada y a menos de 4 km. de La Granja, lo primero es una ventaja añadida pues se accede a la estación por la vertiente Norte de la sierra de Guadarrama lo que te ahorra las colas de acceso que se forman si entras desde Madrid y lo segundo tiene varios atractivos pues en La Granja, además del Palacio Real y sus jardines, encuentras bastante ambientillo de bares y restaurantes.
Reservamos una Casa Rural estupenda que se llama La Casa de Navalhorno que se compone de cinco apartamentos muy bien equipados y recién reformados, tiene además un comedor común, jardín y piscina.
En los cinco apartamentos se pueden acoplar, sin echar nada al suelo 26 personas repartidas entre las camas y los sofás-cama (amplios), nosotros hemos estado 24 pues faltaron algunos. Si llegamos a ir todos (30) hubiéramos tenido que alquilar algo más o tirar de colchones hinchables.
La Casa de Navalhorno
Este es un link por si os interesa contactar. La fecha la elegimos porque ese viernes era no lectivo en Madrid y el lunes y martes en Castilla-La Mancha por lo que los niños tenían holgura para disfrutar. Además aprovechábamos para celebrar el cumple de Luisi, que era el mismo viernes 13, y el de Lita, Irati y Cuchi que serán en días proximos.
El viernes fuimos llegando poco a poco y nos encontramos en un bar de La Granja que ya teníamos fichado, se llama La Golondrina y hacen unos huevos trufados con boletus estupendísimos y unas tapas con el vino también ricas y cuidadas. Como era de esperar hubo muchos vinos, cañas y tapas variadas, un poco caótico porque invadimos toda la zona de la barra y pedíamos cada uno a nuestro antojo, pero bueno nos quedamos todos contentos. Os dejo una foto de la carta en barra.
Algunos fueron y volvieron andando desde la casa hasta La Granja, era muy agradable entre robles y pinos, con su río y su de todo. Yo el paseo lo reservé para el día siguiente.
Ya en casa, unos a jugar al Rummy, otros a charlar y tomar un güiskito, otros a ver tele…en fin, cada uno a su bola. Los esquiadores subieron a Navacerrada para reservar y controlar todo para que día siguiente no hubiera sorpresas.
Edouard se trajo un globo enorme que infló a pulmón y en el que intentamos subirnos con poco éxito.
Como todos los que nos conocéis os estabais imaginando, la cantidad de comida y bebida que llevamos entre todos era más que suficiente para un semana encerrados. Así que cuando llegó la hora se preparó la mesa y nos dedicamos al zamping.
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Al día siguiente madrugaron los esquiadores y se lió un poco de zafarrancho para el desayuno y los preparativos, pero a las ocho de la mañana salieron para la nieve.
La mañana fue dura pues para muchos era una experiencia nueva y además el clima no acompañó mucho, pero después de recomponerse con un caldito y organizarse un poco, volvieron al ataque y la tarde la disfrutaron a tope.
Los mayores nos fuimos a ver el Centro Nacional de Educación Ambiental y desde allí enfilamos hacia La Granja con la intención de visitar el Palacio y los famosos Jardines.
Los jardines estaban cubiertos de nieve por lo que no se caminaba muy bien, el lago helado.
¡Ah, se me olvidaba! Alicia contrató un paseo a caballo con un guía y se lo pasó estupendamente.
Paseamos un poco por el pueblo y tomamos un vinito en el bar del mercado que, por cierto, te ponen un pincho de tortilla estupendo. Repetimos en La Golondrina pero esta vez sentados en el restaurante cómodamente. Se puede comer también de tapas aunque algunos eligieron un buen plato de los típicos judiones de La Granja.
Vuelta a casa paseando y otra vez relax.
Por la noche estaba previsto cena de celebración de cumples y regalitos, así que, llegada la hora, preparamos una buena mesa y atacando de nuevo.
Aquí las cuatro del cumple.
El domingo teníamos reservada mesa en el restaurante La Hilaria que está muy cerquita de la casa pero para mala suerte nuestra amaneció lloviendo y claro, no era plan quedarte encerrado en la casa toda la mañana hasta la hora de comer, así que, con todo el dolor de nuestro corazón, partimos hacia Madrid.
Se me olvidaba, hemos tenido mascota para disfrute de los niños, un mastín de mes y medio que trajo Edouard. La verdad es que nos dijo la dueña que no admiten mascotas, pero como contactamos tarde y Edouard ya estaba de camino, pues cedió.
Una experiencia estupenda que repetiremos cada año, eso sí, cambiando de lugar.
