lunes, octubre 19, 2020

EL EXTRAÑO VERANO CON COVID (Etapa I)

 Frente a toda la incertidumbre generada por las normas cambiantes a cada hora y en cada lugar, las ganas de pasear, de distraernos y de ocupar nuestra mente con situaciones placenteras, nos lanzaron a viajar. Por España, claro, pero sí, viajar y salir del confinamiento físico y mental que desde marzo nos atenazaba.

Os cuento ahora las dos escapadas que hemos hecho y cómo han sido en este ambiente tan raro.

GIJÓN Y SANTANDER

La idea de Gijón estaba ya desde el principio de año, de hecho, el estupendísimo apartamento que ahora describo lo teníamos reservado desde diciembre cuando hice un triste viaje a despedir a un gran amigo.

Todos los veranos hemos estado yendo a Asturias, concretamente a Luanco con escapada de un día a Gijón, pero nunca nos habíamos planteado pasar allí unos días de vacaciones. En diciembre, desde un apartamento que alquilé frente al mar pensé que sería muy agradable disfrutar de esta ciudad tan cómoda, con sus playas a pie de calle, sus zonas peatonales llenas de bares buenos y de comercios mejores. Me puse a buscar alojamientos y encontré uno que me encantó, muy amplio, ubicación perfecta y unas vistas al puerto de lo más entretenidas. Lo reservé, y en pleno confinamiento, el dueño me consultó si seguíamos con la intención de viajar, yo, optimista "per se" dije que por supuesto. Y la suerte nos acompañó porque el confinamiento acabó y el 4 de julio pudimos viajar.

El link por si os interesa    

ATICO DUPLEX PUERTO DEPORTIVO




Os dejo un vídeo que hicimos desde una de las terrazas para que os hagáis una idea de las vistas.

Nos recibieron los Baragaño-Romo (Mati incluida) con una rica comida en Casa Begoña, cachopo, salpicón de bonito (estamos en plena temporada) y otros manjares.

Esta vez la excursión a Luanco la hicimos desde Gijón pues no podíamos faltar al aperitivo con sidra en La Rula y a la cita con la ventresca y las nécoras de La Ribera.



Unos días superagradables en los que cada uno por la mañana hacía lo que más le apetecía, Luisi sus carreras y baños por la playa, los demás desayunos y lecturas tranquilas en esa galería con vistas al puerto y luego, planecillos comunes varios. "Visita guiada" a la guardería San Nicolás que regenta nuestra amiga Manoli y que había tenido el valor torero de ponerla en marcha a pesar de las dificultades enormes del momento. Compras de modelitos, recuerdos, viandas, etc. Y también una visita guiada (esta oficial) a la Universidad Laboral, un edificio precioso que siempre habíamos visto desde fuera pero que encierra muchas historias.





Después de seis días y con algún kilillo de más, nos despedimos de Manoli y de Gijón y tiramos para Santander.

Hacía bastantes años que no viajaba a esta ciudad y tenía curiosidad pues los últimos veinte años han dado una vuelta de 360 grados a casi todas las ciudades españolas. De hecho no la reconocí. 

El alojamiento que había reservado prometía mucho pues estaba en un palacete precioso en el centro, ahí os dejo la foto ¿mola verdad?



Bueno, pues "no es oro todo lo que reluce". Del palacete han sacado varios apartamentos, el nuestro se notaba que había estado habitado bastante tiempo y simplemente le habían lavado la cara. Deteriorado y, lo peor, la habitación de la buhardilla era incomodísima y hubiera sido inutilizable por alguien un poco más grande, imaginaros que yo tenía que andar con la cabeza doblada en el extremo más alto. 
No siempre sale todo perfecto.

Una vez instalados, y dado que era la hora de almorzar, nos dirigimos a un clásico "El Cañadío" que nos quedaba muy cerquita. Este restaurante se ha convertido en todo un grupo empresarial con varios negocios en Madrid y la verdad que con éxito pues trabajan muy bien la materia prima. 

Estos buñuelos crujientitos de bacalao estaban de muerte.

Por la tarde quedamos con Luci, amiga de siempre a la que hacía muchísimo tiempo que no veíamos, en el Centro Botín. Un buen paseo y rematamos con unas buenas tapitas en "Casa Lita".




Segundo día, excursión en barquito a Pedreña, Luisi y Jany se dan un bañito y para comer habíamos reservado en el restaurante "El Tronky". Todo pescado muy rico.







Como veis, mascarilla siempre y reservando con antelación.
Hemos tenido suerte con la metereología pues para ser el norte nos ha hecho un tiempo buenísimo.
La mañana del día siguiente la aprovechamos para dar un buen paseo por el centro de Santander y su zona comercial, el Mercado de la Esperanza, el Paseo de Pereda...en fin, de comprillas relajantes.

Por la tarde volvimos a quedar con Luci para dar una buena caminata por los jardines del Palacio de la Magdalena. Está precioso.



Tomamos una cervecita en la terraza del Gran Hotel Victoria y antes de retirarnos a casa un tapeíllo en "La Bombi". No habíamos reservado porque fue una improvisación pero tuvimos la suerte de pillar un cachito de barra en la que nos atendieron de maravilla. Muy recomendable.

El último día hicimos una excursión a Comillas, un pueblo precioso al que yo hacía casi cuarenta años que no iba y, como es lógico, no me acordaba de nada. 

Lo que sí seguro que no había visto era "El Capricho" la casa diseñada por Gaudí. Ya se sabe que de joven le interesan a uno otras cosas 😜😜. Una maravilla, me llamó mucho la atención lo funcional que es, está pensada para vivir de verdad no para enseñarla. Original y estéticamente preciosa.




Una vez alimentado el espíritu con cosas bonitas atendimos a la llamada de la materia y nos alimentamos "mu ricamente" en el Restaurante Adolfo. 


Copita de despedida en la playa y Ciao!




jueves, mayo 07, 2020

EL NO VIAJE DEL CORONAVIRUS (PARTE II)

Seguimos. 

Lo celebré con Concha y Ramón el sábado 4, y el domingo 5, desde que abrí los ojos, no paré de recibir llamadas y mensajes, a ratos contestaba y luego tenía que descansar un poco porque fue tremendo. 

Mi amigo Julio me envió este vídeo que él se había encargado de recopilar y montar. Estupendo ver las caras de los amigos hablándote. En estos días se recibe con mucha alegría.




A mí siempre me ha gustado mucho celebrar los cumples pero el del 2020, algo inimaginable por las circunstancias en que estamos, ha sido perfecto y lo recordaré siempre.

ZZZZZZZZZZZ 😒😒😒😒😒😒😒😒😒😒😒😒😒😒😒😒😒😒😒😒😒

Han pasado bastantes días desde mi cumple y retomo este relato. En realidad lo aparqué un poco ya que los días van pasando y, como es lógico, las rutinas siguen siendo las mismas, compras diarias, series y películas, partidas de Rummy...pero bueno, parece que las cosas empiezan a cambiar, se empieza a ver algo de luz al final de este escabroso túnel. 

A pesar del horror de casi 26.000 muertos, las informaciones empiezan a apuntar hacia un control de la situación y, gracias el enorme esfuerzo de todos, el número de contagios desciende y se ralentiza (en algunas zonas mucho más que en otras). 

El gobierno ha diseñado un plan de relajación del confinamiento por fases y algunas cosas empiezan a funcionar. Ayer, por ejemplo ya pude ir al podólogo y a comprarme unos zapatos, menos mal porque ha empezado el calor y las deportivas me asfixiaban los pies. La semana que viene, si todo va bien podremos movernos por la provincia y salir a comer a algún restaurante con terraza.

Hay que confiar en que todos sigamos controlando y cuidándonos mucho para que esto siga avanzando por el buen camino y no se nos vaya de las manos otra vez. Y como yo soy optimista por naturaleza así lo creo y por eso acabo aquí este "no viaje" maldito que nunca imaginé.

Para despedirme quiero resaltar algunas cosas que me han llamado la atención de esta situación tan extraña:

- La cantidad de chistes e historias divertidas que han corrido por las redes desde el primer día del confinamiento, el sentido del humor y la imaginación han sido bestiales. Para cada etapa, cada cambio, cada situación, había un chiste. Divertidísimo.

- La cara fea que ha mostrado mucha gente también en las redes transmitiendo bulos, insultado y criticando sin la menor empatía.

- Los aplausos diarios a las 20:00 horas dedicados a todo el personal sanitario que se ha dejado la piel y algunos hasta la vida. Ha sido una dedicatoria espontánea y generalizada de la población, sin colores partidistas (aunque algunos han intentado manipularlo), con mucha ilusión y con muchísimas anécdotas. Desde casa hemos podido saludar desde lo lejos a vecinos que ni conocemos ni creo que lleguemos a conocer pero que en ese momento nos sentíamos unidos. Las azoteas, que hasta ahora se usaban poco más que para tender la ropa, se han convertido en el punto de encuentro de cada día. Seguro que algunos las empiezan a dar más uso.

- A raíz de esta experiencia y de la cantidad de horas que hemos echado mirando por la ventana, creamos un grupo en Facebook que se llama "Balcones y azoteas del casco de Toledo" para ir poniendo fotos de torres, espadañas, árboles, edificios, etc. para identificarlas. Muy entretenido.



Os dejo aquí dos de los últimos vídeos graciosos que me han llegado.








miércoles, abril 22, 2020

EL NO VIAJE DEL CORONAVIRUS (PARTE I)

El jueves día 12 de marzo estaba yo tan feliz, con mi maleta y un montón de viandas preparadas para iniciar el fin de semana tan esperado que cada año regalamos a los sobrinos.
Este año iba a ser en un hotel rural de Zorita de los Canes (Guadalajara), un hotel precioso para nosotros solos en un pueblo muy pequeño pero también muy bonito y regado por un Tajo limpio (ese que tanto añoramos en Toledo). En febrero fuimos Luisi y yo a conocerlo.





Empezaron a saltar las alarmas y Pepe empezó a pensar en el riesgo que suponía juntarnos todos. Yo tengo que reconocer que no era consciente de ese peligro, y la decisión de suspenderlo me enfadó. Supongo que, como mucha gente, no podía pensar en algo así. Inocente yo, menos mal que no viajamos.
A ver si en septiembre es posible.

Con la maletita que tenía preparada me vine a Toledo con Ramón al que ese mismo día le habían mandado a casa a teletrabajar. Mi idea (pues seguía sin ser consciente de la gravedad) era volver el lunes a Madrid. Ese mismo sábado decretaron el estado de alerta y el confinamiento así que yo no me atreví a volver a Madrid a por ropa y otras cosas por si no podía volver ya que estoy empadronada allí, en Gaztambide.

La posibilidad de verme encerrada yo sola en un apartamento de 40 metros y con vistas a los vecinos me aterró, así que aquí estoy desde hace más de un mes.

En Toledo las cosas se viven (yo por lo menos) con un poco más de calma. En el casco antiguo vive muy poca gente y mucha de ella es bastante mayor por lo que no salen para nada, con lo cual salir a comprar es bastante relajante y además te da la posibilidad de charlar con algunos amigos y conocidos en las colas de los establecimientos.

Una cosa muy graciosa que he observado al salir a la compra es la cantidad de hombres solos (zanja de edad entre 45 y 65) que ahora se ven haciendo la compra. Me llama la atención los carros enormes y con multitud de antojos que arrastran, yo pienso ¿habrán seguido la lista que les hizo su señora o se habrán dado el gusto de comprar lo que les da la gana? 😏😏

Otra curiosidad. En el casco antiguo de Toledo viven algunas familias gitanas asentadas desde hace mucho tiempo, trabajan (algunos) y están bastante integrados pero yo casi siempre veía a las mujeres a las horas normales del comercio. Estos días sólo he visto a los hombres con su bolsa de la compra todos los días y a diferentes horas. Es lo que tiene ser pocos habitantes y zonas de comercio muy limitadas, que se nota todo mucho.

Al margen de observaciones propias del aburrimiento, creo que lo que más me está ayudando en este "confitamiento" es la casa y, por supuesto, el no estar sola. Aquí las vistas son estupendas, amplias hacia el campo y la ciudad, la catedral. Tenemos más espacio para movernos y una agradable cocina en donde me entretengo mucho haciendo comiditas.



Por las mañanas hago un poco de gimnasia con los vídeos que me mandan los profes de Pilates y Zumba, es increíble como se está volcando la gente y la forma en que se buscan la vida para sobrevivir. Clases en directo, en diferido, consejos, vídeos animosos, de todo, casi agotador. Yo, según tenga el ánimo y las energías hago algo más suave o más fuerte.

Un acontecimiento muy importante ha sido mi cumple, el domingo día 5. Es curioso como te cambia la mente pues ese día lo preparé con la ilusión de una niña pequeña, inventándome ideas para que la sensación fuera lo más alegre y especial. Decoré la terraza, pensé el menú con mucho detenimiento, pensé el modelo (con los cuatro trapos que tengo aquí)...en fin, como un acontecimiento importante.
He de reconocer que hicimos una pequeña trampilla invitando a Concha a comer. Hacía un día espléndido para comer en la terraza y además ya llevábamos tres semanas encerrados y sin síntomas.






Después de comer me dieron una sorpresa increíble toda la familia con un vídeo precioso en el que todos participaron. Aquí os lo dejo.

Voy a tener que cortar esta historia en varias partes porque los vídeos pesan mucho.