miércoles, abril 22, 2020

EL NO VIAJE DEL CORONAVIRUS (PARTE I)

El jueves día 12 de marzo estaba yo tan feliz, con mi maleta y un montón de viandas preparadas para iniciar el fin de semana tan esperado que cada año regalamos a los sobrinos.
Este año iba a ser en un hotel rural de Zorita de los Canes (Guadalajara), un hotel precioso para nosotros solos en un pueblo muy pequeño pero también muy bonito y regado por un Tajo limpio (ese que tanto añoramos en Toledo). En febrero fuimos Luisi y yo a conocerlo.





Empezaron a saltar las alarmas y Pepe empezó a pensar en el riesgo que suponía juntarnos todos. Yo tengo que reconocer que no era consciente de ese peligro, y la decisión de suspenderlo me enfadó. Supongo que, como mucha gente, no podía pensar en algo así. Inocente yo, menos mal que no viajamos.
A ver si en septiembre es posible.

Con la maletita que tenía preparada me vine a Toledo con Ramón al que ese mismo día le habían mandado a casa a teletrabajar. Mi idea (pues seguía sin ser consciente de la gravedad) era volver el lunes a Madrid. Ese mismo sábado decretaron el estado de alerta y el confinamiento así que yo no me atreví a volver a Madrid a por ropa y otras cosas por si no podía volver ya que estoy empadronada allí, en Gaztambide.

La posibilidad de verme encerrada yo sola en un apartamento de 40 metros y con vistas a los vecinos me aterró, así que aquí estoy desde hace más de un mes.

En Toledo las cosas se viven (yo por lo menos) con un poco más de calma. En el casco antiguo vive muy poca gente y mucha de ella es bastante mayor por lo que no salen para nada, con lo cual salir a comprar es bastante relajante y además te da la posibilidad de charlar con algunos amigos y conocidos en las colas de los establecimientos.

Una cosa muy graciosa que he observado al salir a la compra es la cantidad de hombres solos (zanja de edad entre 45 y 65) que ahora se ven haciendo la compra. Me llama la atención los carros enormes y con multitud de antojos que arrastran, yo pienso ¿habrán seguido la lista que les hizo su señora o se habrán dado el gusto de comprar lo que les da la gana? 😏😏

Otra curiosidad. En el casco antiguo de Toledo viven algunas familias gitanas asentadas desde hace mucho tiempo, trabajan (algunos) y están bastante integrados pero yo casi siempre veía a las mujeres a las horas normales del comercio. Estos días sólo he visto a los hombres con su bolsa de la compra todos los días y a diferentes horas. Es lo que tiene ser pocos habitantes y zonas de comercio muy limitadas, que se nota todo mucho.

Al margen de observaciones propias del aburrimiento, creo que lo que más me está ayudando en este "confitamiento" es la casa y, por supuesto, el no estar sola. Aquí las vistas son estupendas, amplias hacia el campo y la ciudad, la catedral. Tenemos más espacio para movernos y una agradable cocina en donde me entretengo mucho haciendo comiditas.



Por las mañanas hago un poco de gimnasia con los vídeos que me mandan los profes de Pilates y Zumba, es increíble como se está volcando la gente y la forma en que se buscan la vida para sobrevivir. Clases en directo, en diferido, consejos, vídeos animosos, de todo, casi agotador. Yo, según tenga el ánimo y las energías hago algo más suave o más fuerte.

Un acontecimiento muy importante ha sido mi cumple, el domingo día 5. Es curioso como te cambia la mente pues ese día lo preparé con la ilusión de una niña pequeña, inventándome ideas para que la sensación fuera lo más alegre y especial. Decoré la terraza, pensé el menú con mucho detenimiento, pensé el modelo (con los cuatro trapos que tengo aquí)...en fin, como un acontecimiento importante.
He de reconocer que hicimos una pequeña trampilla invitando a Concha a comer. Hacía un día espléndido para comer en la terraza y además ya llevábamos tres semanas encerrados y sin síntomas.






Después de comer me dieron una sorpresa increíble toda la familia con un vídeo precioso en el que todos participaron. Aquí os lo dejo.

Voy a tener que cortar esta historia en varias partes porque los vídeos pesan mucho.