miércoles, abril 02, 2014

SORIA LA DESCONOCIDA

El regalo de reyes de Ramón fue una estancia en Soria así que hemos esperado a que el frío de la meseta castellana se calmara un poco para hacer este viaje. El tiempo no ha sido primaveral pero un poco mejor de lo que se anunciaba, la temperatura diurna agradable con un viento un poco molesto y algún ratito de lluvia, nos ha limitado algo pero no demasiado.

Reservamos un apartamento estupendo en pleno centro, muy acogedor y comodísimo, os dejo el link para que lo echéis un vistazo, de lo más recomendable pues el precio ha sido de 143€ (IVA incluido) las dos noches: APARTAMENTOS ARMONÍA DE VIVIR el propietario ha sido de lo más amable y además, en el apartamento, hay mucha información de todo lo que se puede visitar, en fin, un acierto.

Una vez instalados salimos a pasear por esta ciudad que, a pesar de lo cerca que está de Madrid, yo no había pisado nunca. En la puerta de la iglesia de Sto. Domingo un señor muy simpático nos entretuvo con algunas batallitas, una es la de los tres reyes metidos en la cama

 

._3280509_3280510_3280513”¡Cosas del románico! como no les cabían, no es que fueran gays” dijo el señor.

La verdad es que es cachondo.

Nos metimos por todas las calles y plazas que nos íbamos encontrando y en un rato ya habíamos recorrido casi toda la ciudad, bueno la parte central- histórica ¡Ya era hora de tomar un vinito con su correspondiente tapita! había ya ambiente de viernes en esta plaza y varios bares a la vista.

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Primero al BAR IRUÑA , caña, copa de Rioja crianza y dos brochetas de gambas en gabardina 4€, después al Olé tapas que, por lo que había leído, debe ser de tostas y raciones grandes y baratas, allí sólo vino y caña, no llegó a los 3€. Queríamos echar un vistazo al MESÓN CASTELLANO pues nos lo había recomendado Luisi para comer el sábado así que, paseando por El Collado (calle central y peatonal), llegamos a la Plaza Mayor, es un mesón típico como los que hay en casi todas las ciudades castellanas pero este tiene una joya ¡Qué torreznos! estos sí que pueden tener el honor de llamarse crujientes de cochino, como diría Leo Harlem. Tengo que decir que los mejores que he tomado en mi vida.

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Como había unas jornadas de la cazuela o algo así, pedimos una cazuelita de alcachofas con almejas y también riquísimas, otro acierto.JORNADAS DE LA CUCHARA (link) Rematamos en un bar muy curioso que se llama Bar Café Rosel, tiene decoración de café pero también se pueden tomar tapas (una cazuelita de alubias pintas probamos), pero lo que más llama la atención es que el pasamanos de la barra está calentito, es como una tubería que viene del radiador, supongo que en los fríos inviernos sorianos esto se agradecerá mucho.

El sábado después de un buen desayuno y un rato de lectura nos pusimos en marcha hacia el Cañón del Río Lobos, el camino hasta allí tiene un paisaje precioso y el cañón es de lo más impactante. Como estaba el tiempo amenazante y no llevábamos ropa muy adecuada nos quedamos en la zona de la ermita y la cueva, menos mal porque justo cuando volvíamos al coche empezaba a llover.

En vista del riesgo de lluvia nos decidimos por el Burgo de Osma, en un pueblo siempre hay bares en el que refugiarse. De hecho llovía en el Burgo pero poco y a rachas, además la calle Mayor es toda porticada con lo cual puedes pasear por ella sin problemas. Compramos unos cuantos productos de la región: setas deshidratadas y embutido, y nos tomamos un vinito con una tapa excelente en el bar Arevacos. Una ojeada a esa catedral tan variopinta en estilos (del románico al neoclásico pasando por el gótico y el barroco) y de vuelta a Soria.

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Directamente al Mesón Castellano del que ya he hablado a degustar las siguientes delicias: Vainillas (judías verdes) con jamón, torrezno y chuleta de buey, rematamos con una de leche frita. Todo en su punto incluido el precio (74€).

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La imprescindible copita de sobremesa la tomamos en el casino, ahí donde resuena el poema de Machado (“Ese hombre del casino provinciano…”) pero que hoy está atendido por dos simpáticos dominicanos negros. Se fundó en 1848 y ahora se llama Círculo Amistad Numancia, os dejo este vídeo que lo enseña estupendamente

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Pegamos la hebra con un provinciano que nos contó que aquello resiste gracias a la aportación de muchos socios, mil y pico, y a una junta muy activa. Me encantó el lugar que se conserva muy bien y el ambiente auténtico de casino, como era después de comer llegaban poco a poco los jubilados a echar la partida. No pudimos visitarlo entero porque de cuatro de la tarde a ocho está abierto exclusivamente para los socios.

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Después de esta entretenida sobremesa ¡A pasear al río para bajar un poco las delicias!

Este paseo a ambos lados del río Duero nos lo habían recomendado varias personas pero hacía bastante viento y no era demasiado agradable, así que recorrimos un tramito a cada orilla y nos dimos la vuelta. Hay que repetir la visita con mejor tiempo. Mis pelos son una muestra de lo que cuento.

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También subimos al Parador Nacional y la verdad es que las vistas (que se suponen que es lo mejor) no me parecieron muy bonitas, a lo mejor es que después de los paisajes vistos por la mañana estos no dicen gran cosa.

Seguimos de paseo por la ciudad parando de vez en cuando a tomar una copilla y en un bar nos encontramos con una charanga que acompañaba a un grupo de chavales de despedida de solteros, muy divertido.

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Una fachada que cambiaba de color con la iluminación.

El domingo por la mañana yo me levanté a tiempo para acercarme a la Iglesia de Sto. Domingo en la que nos habían dicho que a las 10:30 se podía escuchar canto gregoriano interpretado por las monjas, ahí os dejo la grabación que hice.

CANTO EN LA IGLESIA DE STO. DOMINGO

A media mañana salimos hacia Madrid y paramos a comer en Brihuega, mercadillo para comprar verduras y una buena degustación en el Restaurante Tolmo.

Como resumen de este viaje resaltar la hospitalidad y amabilidad de todos los sorianos (o hijos adoptivos porque hay mucho dominicano) con los que hemos tratado, el paseo por una ciudad pequeña pero muy bonita y confortable, y unas excursiones estupendas, en definitiva, que hay que repetir porque se ha quedado mucho por hacer y disfrutar.