Esto del trabajo parece que se va animando; después de un mes medio horadando poco a poco el muro de los funcionarios asignados al estudio (todos con nota alta en el master de la inutilidad, desconfianza, escaqueo y dedicación exclusiva al registro, puesta de sello y firma de él y de todos sus compañeros), vamos llegando a un nivel más bajo en el escalafón donde estamos encontrando gente joven completamente diferente. Es curioso porque algunos de estos técnicos venían a las reuniones y los conocíamos de vista, pero sólo nos miraban y callaban; supongo que han tenido que esperar a que sus jefes se cansaran de “tanto trabajo que les daban esos españoles pesados” (porque yo no me he cortado un pelo en dar todo el coñazo del mundo) y entonces, como suele ocurrir, se lo traspasaran a ellos. El caso es que la relación con ellos es mucho más fluida y sobre todo fructífera.
Seguimos teniendo que vérnoslas con los jefes todos los viernes en unas reuniones absolutamente kafkianas, en las que a veces tenemos que disimular para no soltar la carcajada pues se interrumpe 40 veces, entran, salen, hablan entre ellos, con el móvil, no entienden nada de lo que les contamos y pretenden que se lo expliques en cinco minutos, y además como cada día viene uno, dos o tres personajes nuevos, pues preguntan todo. También los hay que vienen a pasar el rato y están de chascarrillo y bromeando. Lo de estos personajes esporádicos creo (porque nadie explica nada) que se debe a que en los términos del contrato decían que el trabajo sería supervisado por un Comité Técnico y un Comité de Seguimiento (¡cómo suena de bien!) y claro cada semana llaman a alguno para que figure en el acta que han estado por allí, pero realmente ni unos quieren que les sigan, ni otros seguir a nadie. En fin, que después de un tiempo duro en que no veíamos la luz, estas cosas empiezan a ser filtros rutinarios sin importancia e incluso divertidas a veces.
Para que os hagáis una idea completa de lo que he contado antes, os diré que vamos a estas reuniones: Henar una compañera de Ineco (ingeniera 27 años) que habla muy bien francés, Hassan un fichaje estupendo (economista hispano-marroquí) y yo, que me defiendo sin mucho problema; pero si no fuera por Hassan que habla árabe estaríamos todavía sin un maldito papel, porque en las reuniones, que son por supuesto de exclusividad masculina por la parte marroquí, para darle un toque más “camarote hermanos Marx” se ponen a hablar en árabe y lógicamente Henar y yo nos quedamos fuera de juego. La situación os la podéis imaginar ¡lástima que no podamos hacer una foto!.
Bueno, de lo que sí tengo fotos es del exterior, de los paseíllos que los fines de semana nos damos por la ciudad. Es muy entretenido y además no te dan nada el coñazo como pasa en otras ciudades de Marruecos más turísticas. Como veis aquí también existe la “ruta del colesterol” para que los fines de semana la gente se de su paseo, la única diferencia es que los modelitos son algo distintos. No pude ver si los pañuelos llevaban el logo de Nike o Adidas, pero es un mercado a explotar creo yo. Las otras fotos son de la zona en donde vivo, al lado de la estación de tren, algo de mi casa y de otros puntos. ¡Ah! la panda de chicos saliendo de la estación son las “barras bravas” (para los argentinos) el sábado yendo al fútbol. Por cierto que aquí, como en Bs.As. o Londres (lo que une el fútbol ¿eh?) también les organiza la policía el regreso en los trenes para que no haya movidas. De todas formas me pareció que aquí son mucho más pacíficos, eso si cantan mucho y alto; pienso que quizá la falta de alcohol les mantenga más tranquilos.
