miércoles, septiembre 28, 2016

Y DESPUÉS DEL VERANO LLEGÓ EL OTOÑO

A pesar del título, este post va dedicado al verano transcurrido porque este otoño va a ser muy especial.

Tengo a la vista un viaje largo y esperado: el día 8 de octubre vuelo para Santiago de Chile muy bien acompañada. Un grupo de ocho amigos/hermanos vamos a recorrer Chile de norte a sur. Pero bueno, como podéis imaginar esto dará para varias y futuras entradas en este blog.

Os cuento lo del viaje porque por ese motivo, durante el verano sólo he hecho escapaditas cortas por la península ya que el fondo destinado a "viajes" estaba bloqueado. Unas veces utilizando el sistema del "morroturismo" y otras compartiendo gastos me ha permitido mover el culo bastante que, en definitiva, es lo que más me gusta.

Primera escapada: Luanco-Gijón


En julio no puede faltar la visita a Luanco y a Manoli. Unos años hemos alquilado apartamento pero este año, como sólo iba cuatro días, me apunté (morroturismo) al apartamento de Luisi y Juan.

Es fácil adivinar el plan: paseíto por el monte, cañas/sidras/vino en Luanco y Xivares y buena comida como los percebes y el bonito.

 

 

Segunda: Villabona (Guipúzcoa)


La prima Mercedes fue la que me dio la idea del morroturismo así que a ella le tocó sufrirlo en sus propias carnes, me planté en su casa de Villabona y dos días después llegó también Ramón.

Etxeondo, que así se llama la casa es una joyita conservada gracias al esfuerzo de los primos Ameztoy. Una isla al final del pueblo que casi se la come la autovía A1.

Justo al lado de la casa, sale un camino muy bonito que se adentra en los prados y caseríos y, al principio hay un cartel conmemorativo deVicente Ameztoy.

 

La estancia no ha podido ser más agradable, una habitación de lujo y rodeada de muchos recuerdos familiares.

 

Con Mercedes nos paseamos por Iturrioz, Aia y Fuenterrabía, después a Donosti a tomar unos vinitos.

 

Por cierto, os dejo unas interesantes direcciones para incorporar a la agenda de Donosti:

CASA NÉSTOR chuletón para comer en la barra.

ZERUKO  con pintxos más modernitos.

PACO BUENO espectaculares gambas en gabardina

ATARI amplio y bonita decoración, pintxos variados ricos.

Tuve la suerte de coincidir con la inauguración del Festival de Jazz de Donosti y por ello actuaba en la playa de Gros Gloria Gaynor, un lujo al que le dedicamos sólo un rato (yo ya la había visto en directo en Madrid) pues los pinchos de la Parte Vieja nos estaban esperando.

El último día rematamos en Guetaria con la intención de darnos un homenaje culinario y de ver un rato a la prima Marisa. Plan perfecto.

Cominos en el puerto en un sitio que se llama Erretegui San Antón que sólo abre en verano, el típico asador con su parrilla en la puerta. Mercedes conoce a los dueños y nos dejamos recomendar: plato de almejas a la marinera, rodaballo y rape, todo extraordinario. De postre panxineta. Chapeau!

 

Tercera escapada: Menorca

 

Como en los veranos anteriores, los cuatro hermanos “pequeños” nos hemos hecho un viajecito corto, este año ha tocado Menorca, una isla que ninguno conocíamos y que nos ha encantado.

Lo primero que tengo que decir es que la casa que alquilé a través de Airbnb ha sido un acierto total, una casa preciosa en el municipio de Sant Lluis muy cerca de Mahón. La casa nos ha dado un juego total pues tenía jardín y un gran espacio exterior con ducha incluida para hacer casi toda la vida al aire libre. Os dejo unas fotos para que veáis que no miento.

 

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Además coincidimos un día con Ulises (sobrino) que nos cocinó una buena parrilla.

La isla, como os decía nos ha encantado. Como es muy pequeña la hemos recorrido de norte a sur aunque sin profundizar mucho pues han sido cinco días solamente. Diferentes calas como Cala Fornells, Binibequer, Santa Ana, Cala Galdana…Mahón y Ciudadela (ambas ciudades muy agradables) y algún pueblito del interior como Es Mercadal.

El plan de cada día era el siguiente: después de un desayuno tranquilo en el jardín, excursión más o menos cultural a diferentes puntos de interés, el Parque Natural de S’Albufera des Grau, Mahón, Ciudadela y el Monte Toro desde donde se puede divisar prácticamente la isla entera. A eso de las doce o doce treinta, bañito en alguna playa con cerveza incluida y desde allí nos trasladábamos a algún restaurante de los que teníamos controlados. El café, la copa y el sesteo en el jardín de casa hasta las siete más o menos. Puesta en marcha de nuevo hacia alguna otra playa para otro baño tranquilo, ya casi sin gente. Consumición en alguna de las terrazas y para casa. Un plan relajado pero sacándole provecho.

Para muestra un botón.

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El agua y la arena de las playas son perfectas, limpísimas y con un color precioso. Se nota mucho el esfuerzo por mantener la isla y su naturaleza en buen estado, por eso está declarada patrimonio de la biosfera. No hay grandes aglomeraciones urbanas ni una sola autovía, el tipo de construcción es bastante amable, en fin un reducto que, a pesar del turismo, se mantiene en muy buenas condiciones. 

 

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La capital, Mahón me gustó mucho pues a pesar de ser muy turística mantiene bastante la vida autóctona. Con su mercadillo y todo.

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Hemos comido muy bien en general, especialmente en dos sitios: Es Molí des Racó en Es Mercadal , un antiguo molino que sirve comida casera típica menorquina, se llena y hay que reservar. La carta es realmente curiosa, os dejo el link para que la echéis un vistazo http://www.restaurantemolidesraco.com/ .

El otro es uno especializado en arroces cerca de Sant Lluis, en Sant Climent. Se llama Es Molí de Foc http://www.esmolidefoc.es/  

El restaurante es muy bonito y hacen su propia cerveza pero nosotros fumadores reservamos en el patio que es de lo más agradable. Desde el aperitivo hasta el postre sin desperdicio, un arroz perfecto.

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Nos ha dejado muy buen sabor de boca esta escapada y con ganas de repetir para profundizar un poco más.

 

Cuarta y última: Valencia

Este último viajecito del verano lo he hecho con Concha, mi amiga desde hace muchos años que recientemente ha perdido a su gran compañero del alma. Por eso fue que elegimos este destino cómodo y fácil, viaje corto en AVE, con playa, buen clima y buen ambiente.

El primer día, después de una visita al IVAM (Instituto Valenciano de Arte Moderno) que no nos gustó demasiado, nos fuimos a la Malvarrosa a ¡Comer paella!. Elegimos, entre los muchísimos restaurantes de paella que hay por esa zona, Casa Carmela, al final casi de la playa. Estupendo arroz del “senyoret” seco y con costrita como a mí me gusta. Al salir del restaurante con la modorra que da el vinito y la buena comida no nos quedó más remedio que alquilarnos una tumbona y darnos una cabezadita en la playa.

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También nos dimos un paseíto por ese Mercado Central tan bonito que tienen en Valencia y en la Lonja de la Seda, dos joyas arquitectónicas.

 

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Las fotos no son mías pero creo que merecen la pena para que os hagáis una idea.

Por cierto, la primera noche cenamos de medias raciones en la terraza del restaurante Zacarías, buenísimas.

Pasear por Valencia es una gozada porque, además de ser muy llana, está llena de terracitas muy monas y con bares chulos por todas partes. El barrio del Carmen, el Mercado de Colón para tomarte una horchata rica, los jardines del Turia… muy, muy agradable.

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El jueves quedamos para almorzar con nuestro amigo Pepe Macca que vive desde hace tiempo en Valencia, nos citó en un bar muy peculiar que se llama Alhambra, aquí os dejo una reseña del ABC

 

Las mejores tortillas de ValenciaABC -

Cualquier aficionado a la cultura del almuerzo sabe adónde tiene que acudir en Valencia cuando se sugiere la tapa por excelencia: la tortilla. La fama adquirida por el Bar Alhambra tiene su razón, y para comprobarlo sólo hay que pasarse un día cualquiera a mitad mañana por el local y ver el éxito que cosecha.

En este tradicional local de barrio destacan unas tortillas de 32 centímetros de diámetro y un peso de 4,3 kilogramos. La protagonista es la de patatas, que se puede probar sola o en todas sus variedades: con cebolla, morcilla, ajos tiernos, sobrasada, alcachofas...

Benito Bazán es el responsable desde hace casi 30 años del local y de esta liturgia que nada tiene que ver con la innovación. Si algo funciona, ¿para qué cambiarlo?

Bar Alhambra

Dirección: Calle Calixto III, 8
Horario: De lunes a viernes, de 7:00 a 18:00h

Rica, rica.

Estupendo almuerzo y sobremesa entretenidísima con Pepe y dos amigos suyos. Esa misma noche nos llevó a cenar a un restaurante italiano que también me encantó, se llama Tinto Fino y es una especie de bistrot- tienda muy agradable y con rica comida.

 

Al día siguiente alquilamos una bici con la intención de hacer un buen paseo por los jardines del Turia y llegar al Saler a comer, pero estaba demasiado lejos y al llegar al mercado de Nazaret cambiamos el rumbo hacia el puerto y la Malvarrosa. Aparacamos las bicis en la zona del Hotel Neptuno y nos dimos un paseíto por ese paseo (valga la redundancia) marítimo tan estupendo, así relajamos un poco el culo que lo teníamos endurecido. Comimos muy bien en L’Estimat unos mejillones, salmonetes y ensalada, todo riquísimo. Copita en el Tridente mirando al mar.

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Por la noche, con tormentón incluido, un paseo por el entorno de la catedral y cena en otro italiano también recomendable La Pappardella.

Como el viaje de vuelta era el sábado por la tarde aprovechamos bien la última mañana visitando el Jardín Botánico. Bien cuidado y surtido pues es un centro de investigación que pertenece a la Universidad de Valencia. Merece la pena una pequeña exposición que se llama La Memoria de los árboles y muestra, a través de trozos de árboles lo que cuentan, enfermedades sufridas, parásitos y claro, los años. También es curiosa la muestra de plantas útiles: frutales (pomelos tamaño gigante, chufa, kiwi..), leguminosas, coles, alcachofas, pistachos…de tó.

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Rematamos la estancia con una comida en el restaurante Navarro que busqué en Trypadvisor. Un acierto. Por lo que he leído lleva abierto muchos años y ha pasado por varias generaciones, ahora lo llevan dos hermanas muy amables y eficientes que sirven comida casera pero con un toque ingenioso.

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Para tomar la copita de despedida nos subimos a la terraza del Ateneo con vistas entretenidas de la ciudad.

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Bueno, este ha sido mi verano y empieza un otoño muy prometedor.

Hasta la próxima.