miércoles, agosto 05, 2009

ITALIA: La valle degli elfi (El valle de los elfos)

Antes de contar mi experiencia tengo que explicar algunos antecedentes acerca del lugar, para que la historia quede bien enmarcada.
En una zona montañosa de la Toscana, situada entre Pistoia y Porreta Terme, quedaron unas aldeas abandonadas que, en los años 80, empezaron a ser ocupadas por hippies y gente diversa a la que le gustaba vivir en la naturaleza (¿quizás no tenían dinero para vivir de otro modo?). Desde hace un tiempo, no sé exactamente, se llama a esta zona ocupada "La valle degli elfi" y los habitantes de los pueblos de alrededor, mayores generalmente, hablan de ellos como de los elfos.
En el link siguiente se cuenta un poco la historia: http://www.silviamontevecchi.it/bella%20gente/fabiopiacentini.htm
El planito de la foto lo he encontrado en internet y pretende indicar el camino a Gran Burrone (la comunidad en la que he estado). Está todo muy bien reflejado hasta el punto en que dice: "FINE DELLA STRADA, INIZIO DEL SENTIERO. A PIEDI 30 MINUTI". En mitad de la montaña ya le vale ¿dónde coño está el sentiero?











Con el paso del tiempo, muchos siguen viviendo allí en casas que, con mucho esfuerzo, han ido acondicionando. Ha pasado por el valle un número indefinido de personas con estancias más o menos prolongadas, o simplemente de visita pues todo el que llega es bien recibido y atendido, con la única condición de que colabore en los trabajos cotidianos y respete la filosofía comunitaria de cuidado y amor a la tierra.









Existe una cierta organización en una "Asociación amigos del valle" (o algo así) que, además de otras cosas, contabiliza y administra los beneficios que entre todos consiguen en ciertas fiestas.
Bueno, ya estáis mentalizados, ahora llegamos al detalle: Bárbara (sobrina) ha vivido cuatro años en Gran Burrone que es uno de los pueblitos abandonados y allí hemos ido ahora a buscarla Jany y yo.
Para que os hagáis una idea, este pueblito es considerado uno de los más duros para vivir pues el acceso al mismo es únicamente a pie por una vereda estrecha y bastante empinada a veces. La vereda más corta tiene en torno a 2/3 km. y en invierno está intransitable por el hielo y la nieve. Para éstas bucólicas ocasiones, tienen otro sendero de 5 km. que se supone que tiene un
firme más regular.











Nuestra llegada, para que nos fuéramos poniendo en ambiente, fue de noche. Había una fiesta de cumpleaños con una tarta estupenda para mucha gente de otras casas que se había acercado.

Una anécdota de recién llegadas: soltamos las mochilas en un banco de madera que había con mantas y cosas por encima. De repente, veo que las mantas se empiezan a mover y yo, con la oscuridad, no veía nada concreto, pensé que era algún animal. En un momento aparece un niño que cae al suelo desde el banco y rueda llorando (todo está en cuesta). Rápidamente lo cogí en brazos y se lo pasé a su padre que llegó corriendo al oírle llorar.
Luego, con los días, aprendí que hay niños por todas partes y se mueven libremente de un lado para otro. Mejor no observarlos cuando juguetean a su aire, pues el corazón se te pone en un puño. Nuestra mentalidad, tan miedica y protectora con los niños, no está nada acostumbrada.










Nos habían preparado una habitación estupenda por lo que pude comprobar al día siguiente, pues como no hay luz, a la llegada sólo la imaginé con el reflejo de una vela.


Un artilugio imprescindible para los turistas como nosotras, es el frontal de luz con pilas. Ellos, los habitantes, no lo necesitan para nada.


Dejando a un lado las ironías, el sitio es una preciosidad: castaños, avellanos, un huerto con un poco de todo...las construcciones de piedra...el auténtico paisaje bucólico y pastoril. No faltan las cabras, burros y gallinas.


Aunque no existe ninguna organización de las tareas pactada previamente, cada uno se pone a hacer algo después del desayuno: uno corta leña (además de la que se usa para cocinar y calentar por la noche, están acumulando para el invierno), otro ordeña las cabras, otro va la huerto a recoger lo que haya, otro se queda tumbado tomando el sol (lo que no significa tranquilidad pues los niños se le suben por todas partes y no le queda más remedio que jugar con ellos).


Bueno, como esto me supone un esfuerzo y, sobre todo, tiempo, llego hoy hasta aquí y en otro rato seguiré. Me queda una fiesta en la que estuvimos todo el fin de semana, que merece la pena, adelanto que fue un encuentro de ecovillages, curiosísimo.





martes, agosto 04, 2009

Una fiesta de ecovillages

Pasados unos días, remato esta entrada contando un poco lo de la fiesta: XIII meeting nazionale degli Ecovillaggi


Por si a alguien le interesa os pongo un link con la convocatoria, es curioso pues al leerla te haces una idea bastante buena de lo que luego vimos.



Llegamos el viernes por la tarde después de juntarnos con varios amigos de Bárbara que incluían varios niños. Una parte del grupo se había ido antes para instalar la tienda y ayudar en el montaje, asi que nos encontramos con una explanada en medio del bosque en la que ya se veian bastantes tiendas de campaña y un punto de encuentro en el que funcionaba un horno de leña, un fregadero, dos o tres fuegos en donde se cocinaba, y varias mesas en las que preparar toda la comida.











La concentración atrajo a mucha gente de todas las edades, la mayoría hippies italianos que habitan por la zona, pero también te encontrabas alemanes, británicos, españoles, etc. Llamaba la atención la cantidad de niños que se movían por allí.
Jany y yo tuvimos la suerte (el ser mayor tiene sus ventajas) de poder dormir en una casa que estaba muy cerca (Casa Sarti) en la que teníamos cama y ciertas comodidades. Menos mal, porque la tienda de campaña que su grupo había instalado era compartida por quince personas más o menos y lo de dormir estaba complicado.








Esta es la casa en donde nos alojamos.

El ambiente era estupendo, todo el mundo colaboraba en la preparación de las comidas y en las actividades. Además de algunas charlas que se dieron acerca del cuidado y mantenimiento de la naturaleza, se escenificaron cuentos, se bailaron danzas de la zona...unos brasileños bailaron capoeira.

























Mientras preparábamos la comida algunos animaban cantando, os pongo un vídeo que grabé pues había un chico que cantaba francamente bien.





Una cosa que me llamó mucho la atención fue la ceremonia que se montaba en el momento de la comida: una vez hecha, se llevaban las perolas al centro de la explanada, la gente se desplegaba en uno o dos corros concentricos alrededor de ellas y se cantaban unas cancioncillas que yo no entendía, un Ahooommmm profundo que se oía en todo el valle. Al terminar, todo el mundo se queda sentado en corro y algunos repartían tranquilamente la comida, si alguien se impacientaba le mandan a su sitio "no te preocupes, hay para todos".






Bueno, espero que os hayáis hecho una idea de este viaje tan original y entretenido, la verdad, uno de los más curiosos que he hecho en los últimos años.