lunes, junio 09, 2008

Aprovechando un viaje cortito a Venezuela, hemos viajado a una zona del país que no conocíamos y de la cual habíamos leído maravillas: la península de Paria, al nordeste.
Llegamos desde Caracas al aeropuerto de Carúpano y nos alojamos en una posada muy bonita del pueblito Rio Caribe.
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Este es el patio de la posada y el comedor, es propiedad de un cantante de rock lituano (exótico ¿no?) y la regenta un chico venezolano muy simpático que vive allí mismo a su bola.

La iglesia muy cuidadita y sencilla como todas las que nos hemos encontrado por la zona.


El pueblo de Rio Caribe es de puritos pescadores y también trabajan en el cacao. Este es un atardecer desde el paseo marítimo, muy agradable. Nada que ver con lo que entendemos en Europa por paseo marítimo pues aquí no encuentras negocios ni kioscos, es sólo eso: PASEO. Pero también hay que decir que no es frecuente (o por lo menos en los lugares en donde hemos estado) encontrar una zona de paseo al lado del mar limpia, iluminada y cuidada como ésta de Rio Caribe.
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El sábado nos llevaron en bote a la playa más famosa de la zona: Playa Medina.





La fama se la merece pues además de bonita es muy agradable. Es grande, limpia y tiene un montón de puestecitos en los que te cocinan pescados frescos riquísimos, con su ensalada sus arepas y sus tostones.


Por supuesto no faltan ni las cervezas bien fresquitas ni los hippies vendiendo collares (argentinos como casi siempre), también niños y abuelas ofreciéndote dulces puramente artesanales de coco, piña y cacao de la zona.

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El domingo pudimos concertar (ahora era difícil pues están en temporada baja) una visita a otra playa, Playa de Uva, pequeñita pero que hay unas cabañas con restaurante, piscina, césped y todo tipo de lujos. Vamos, todo un capricho. Por lo menos para mí lo es el salir del agua y toda la arena de los pies desaparece al pisar el pasto mullidito, y por supuesto esta misma arena (que a veces me gusta, pero generalmente me incordia) no se mete por los bolsos, el tabaco, los libros...pues todo eso está sobre el verde.












El único inconveniente que encontramos era que la mar estaba demasiado furiosa y te daba unos revolcones poco aconsejables para estos cuerpos, así que después del segundo intento del que salí un poco acojonada dejé lo del baño para la piscina (que eso sí que no es sustituto del agua del mar).

Los niños que aparecían por allí se movían como pececitos sin problema alguno, aunque a mí me parecía que iban a desaparecer tragados por el agua en cualquier momento.
Creo que este verano vamos a repetir pues el que regenta este negocio nos contó que organizan excursiones en barco a diferentes sitios muy apetecibles, como dos parques nacionales que hay en la zona (Turépano y Paria) con paisaje interior espectacular y muchísimos animales, una fábrica de cacao, unas aguas termales...en fin mucho entretenimiento además de la estadía en un lugar como este.
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Comimos un pescado buenísimo adornado con unas flores preciosas, los ineludibles tostones y un casabe espectacular.











Esta es una playa situada justo al lado que se veía desde un alto al que se subía por una veredita.
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