Las fechas han coincidido con la Semana Santa española por lo que la densidad de paisanos por metro cuadrado era altísima. El clima no nos ha tratado demasiado mal pues desde el frío, la lluvia y el viento del primer día, fuimos pasando a frío sin lluvia y menos viento e incluso el sábado una mañana soleada y muy agradable. Una vez que nos armamos de guantes, pantys y gorrito, las caminatas han sido la ocupación de cada día.
...Y así acabamos.
El apartamento que reservé con Airbnb estaba fenomenal, mono, limpio y ubicado perfectamente, en el barrio de Les Maroles, a quince minutos andando de la Grand Place. Cerquísima del Palais de Justice esa mole que, como toda la ciudad, estaba en obras.
Para contar mi impresión de esta ciudad tengo que empezar diciendo que, excepto una visita guiada el jueves por la mañana (o sea, nada más llegar), las únicas actividades típicas de los turistas han sido la entrada a la catedral de San Miguel y Santa Gúdula para ver las vidrieras y la visita al Museo del chocolate en Brujas. Todo lo demás ha sido callejeo puro. Por cierto, la visita guiada con la empresa de free tours Sandeman's fue estupenda, un recorrido muy curioso y una guía de Bilbao (Cristina) divertidísima. La información que te ofrecen es buena e interesante, lo recomiendo para un primer aterrizaje en la ciudad.
Las preciosas Galeries Saint Hubert (Galeries Royales)
El paraíso de los chocolateros.
El turismo gastronómico sí que nos lo trabajamos muy bien. La primera noche fuimos a uno que nos mandó François, el dueño del apartamento, que estaba muy cerquita y era bastante peculiar. Ambiente de coleguillas borrachines y entrados en años que cantaban siguiendo a un karaoke "cutrecillo":
L'inattendu
Además de estas gracias la comida no era demasiado elaborada pero pasable, eso sí el camarero simpatiquísimo y para mayor alegría nuestra tenían un saloncito aparte para echar un cigarrito, no estaba a la vista pero el camarero, al verme salir a la calle (con el frío que hacía) me llamó y me contó lo del saloncito. Un detalle 👍👍
El jueves comimos muy bien en un restaurante precioso, se llama La Roule D'Or. Probamos dos platos típicos, el jamboneau y la carbonade flamande. El primero es una especie de codillo de cerdo y el segundo un guiso de ternera. Recomendable por todo, calidad, precio y ambiente.
El viernes en Brujas comimos donde caímos porque se nos hizo un poco tarde, uno de estos muy "bio" de ensaladas, pasta y poco más, la comida rica pero pesada de digerir por la mantequilla y la nata. Nada reseñable.
De la ciudad de Brujas diré que es preciosa pero gracias a la explotación excesiva (para mi gusto) del turismo, le falta esencia propia, da la sensación de estar en un parque temático. No obstante merece la pena un paseo por sus canales y sus plazas, es muy bonita.
Zara está asentada en este bonito local
El sábado nos levantamos con la idea de ir a Gante pero ya en la estación y con el billete comprado nos enteramos que había bastante desmadre de horarios por obras en las vías, así devolvimos el billete y nos fuimos a caminar tranquilamente por Bruselas.
La catedral
Desayunamos en la terraza del Museo de instrumentos musicales que además de ser un edificio precioso tiene una terraza con vistas estupendas.
Después de la comida de salchichas que ya he contado nos sentamos en una terracita a tomar el digestivo y a observar las colas de gente en todos los establecimientos de "frites" que no hemos probado pues la receta dice que se fríen con grasa animal y el olor que desprenden muchos de estos locales es vomitivo. También hay que reconocer que es lo más barato y las ponen con todo tipo de salsas.
Se me olvidaba mencionar otra comida (basura para mí y que me perdonen los afectados) que se ve por todos lados son los gofres o waffles. Impresionante, los rellenan con "de todo".
Bueno, aquí acaba mi historia belga. Reconozco que ha sido muy corto y que esta ciudad y sus alrededores dan para mucho más, pero nos hemos entretenido mucho. Vi un comercio muy interesante de ropa y de muchas cosas que seguro que la mezcla de razas que se ve influye mucho.
No puedo cerrar sin mencionar la cantidad infinita de tipos de cerveza y de establecimientos para consumir y comprar este brebaje que hay por toda la ciudad. Por desgracia no es mi tema.
