Frente a toda la incertidumbre generada por las normas cambiantes a cada hora y en cada lugar, las ganas de pasear, de distraernos y de ocupar nuestra mente con situaciones placenteras, nos lanzaron a viajar. Por España, claro, pero sí, viajar y salir del confinamiento físico y mental que desde marzo nos atenazaba.
Os cuento ahora las dos escapadas que hemos hecho y cómo han sido en este ambiente tan raro.
GIJÓN Y SANTANDER
La idea de Gijón estaba ya desde el principio de año, de hecho, el estupendísimo apartamento que ahora describo lo teníamos reservado desde diciembre cuando hice un triste viaje a despedir a un gran amigo.
Todos los veranos hemos estado yendo a Asturias, concretamente a Luanco con escapada de un día a Gijón, pero nunca nos habíamos planteado pasar allí unos días de vacaciones. En diciembre, desde un apartamento que alquilé frente al mar pensé que sería muy agradable disfrutar de esta ciudad tan cómoda, con sus playas a pie de calle, sus zonas peatonales llenas de bares buenos y de comercios mejores. Me puse a buscar alojamientos y encontré uno que me encantó, muy amplio, ubicación perfecta y unas vistas al puerto de lo más entretenidas. Lo reservé, y en pleno confinamiento, el dueño me consultó si seguíamos con la intención de viajar, yo, optimista "per se" dije que por supuesto. Y la suerte nos acompañó porque el confinamiento acabó y el 4 de julio pudimos viajar.
ATICO DUPLEX PUERTO DEPORTIVO
Os dejo un vídeo que hicimos desde una de las terrazas para que os hagáis una idea de las vistas.
Nos recibieron los Baragaño-Romo (Mati incluida) con una rica comida en Casa Begoña, cachopo, salpicón de bonito (estamos en plena temporada) y otros manjares.Esta vez la excursión a Luanco la hicimos desde Gijón pues no podíamos faltar al aperitivo con sidra en La Rula y a la cita con la ventresca y las nécoras de La Ribera.
Unos días superagradables en los que cada uno por la mañana hacía lo que más le apetecía, Luisi sus carreras y baños por la playa, los demás desayunos y lecturas tranquilas en esa galería con vistas al puerto y luego, planecillos comunes varios. "Visita guiada" a la guardería San Nicolás que regenta nuestra amiga Manoli y que había tenido el valor torero de ponerla en marcha a pesar de las dificultades enormes del momento. Compras de modelitos, recuerdos, viandas, etc. Y también una visita guiada (esta oficial) a la Universidad Laboral, un edificio precioso que siempre habíamos visto desde fuera pero que encierra muchas historias.
Tomamos una cervecita en la terraza del Gran Hotel Victoria y antes de retirarnos a casa un tapeíllo en "La Bombi". No habíamos reservado porque fue una improvisación pero tuvimos la suerte de pillar un cachito de barra en la que nos atendieron de maravilla. Muy recomendable.
Copita de despedida en la playa y Ciao!