El fin de semana familiar ha sido perfecto por todo,
incluido el tiempo que nos ha acompañado desde el viernes hasta el domingo.
Vamos por partes:
El alojamiento está ubicado en un extremo del pueblo pero a la vez
muy cerca de la plaza principal, las instalaciones son perfectas para un plan
como el nuestro de treinta personas de todas las edades. Las zonas comunes, un
salón-bar enorme y las terrazas que rodean el edificio permiten compartir
juegos (hay futbolín y dardos), charlas, baile, etc. tanto durante el día como
por la noche. El equipamiento, el del restaurante que era (servicios de mesa,
cocina y friegaplatos industrial, cámara frigorífica…), es buenísimo y te
facilita muchísimo las comidas.
Las habitaciones están totalmente reformadas, de hecho las
estrenamos nosotros. Al no estar terminada la reforma de todas las habitaciones
se alquiló otra casa rural que está al lado que se llama “La Ermita”.
El paisaje es muy
bonito, tanto el que se disfruta desde la casa como en el paseo que dimos
acompañados y guiados por Alberto y su hijo. Hicimos una ruta que él llama de
las fuentes ya que se pasa por varias fuentes naturales, todas ellas de agua
potable. La caminata es fuertecilla en cuanto a pendientes pero llevadera pues
se hacen descansos para beber, reponer el aliento y escuchar las explicaciones
de Alberto que conoce muy bien el monte. Lo único que da pena son esos castaños
centenarios enfermos que además, por la época en la que estamos, parecían
moribundos. Ya nos contó el guía los problemas que esta situación genera.
Por cierto, he de resaltar la honradez (bondad más bien) de
Alberto ya que al terminar la caminata bastante más pronto de lo que él había
calculado, supongo que porque estamos acostumbrados a caminar, nos quiso
rebajar el precio de 70€ que habíamos acordado a 50€. Por supuesto no lo
consentimos.
El carnaval del
pueblo nos encantó. Unos disfrazados y otros a medias bajamos llegamos a la
plaza en plena “ofrenda”. Nunca había visto un ritual parecido (he de decir que
no soy muy experta en carnavales) pero me parece una idea genial para motivar a
la gente a la hora de disfrazarse. No es lo mismo disfrazarte y salir a la
calle sin más que exhibirte delante del pueblo y que se valore y comparta el
esfuerzo que has hecho. Había disfraces muy divertidos como el del parchís, muy
originales como el de ET y muy trabajados como el de COCO o los coloniales (no
sé el nombre que tenían). Dimos un paseo por el pueblo, entramos a por un
vasito de limonada y nos subimos a seguir disfrutando de nuestra fiesta
familiar.